miércoles, 5 de noviembre de 2008
Cuenta una leyenda argentina que Hilario vivía en su rancho, apartado de la población. tenía la soledad como compañera. Auroras y crepúsculos melancólicos era lo que sentía con la música grave del bosque, la temeraria quietud de la llanura y la tristeza del campo con su horizonte de cielo y tierra.
Un día conoció a Rosa, la chica más linda y graciosa del pueblo cercano. Desde entonces las noches oscuras se tornaron claras, iluminadas por los ojos de la mujer amada.
Hilario vivía feliz con su compañera, su vida se había transformado: los crepúsculos se tornaron soñadores, el viento corría mansamente en las noches, en constante diálogo con las hojas del bosque, como el quejido de una copla aldeana.
Pero como toda cosa buena en la vida, no podía durar. Una mañana Hilario dejó sola a Rosa para ir al pueblo. Se despidieron tiernamente sin presentir que esa mañana luminosa tendría que ser la última. Amuray, el cacique de una tribu indígena, se había enamorado de Rosa y la rapto. Hilario fue tras ellos, y después una gran lucha pudo arrebatarle a Amuray a su amada, pero ésta se retorcía en la agonía de la muerte. Desesperado, estrechó el cuerpo de su amada entre sus brazos mientras sollozaba y la llamaba. Llegó la noche cargada de tristezas. Hilario se quedó dormido con la cabeza inclinada sobre el rostro querido. Al rayar el alba , despertó de su profundo sueño al son de una música de notas misteriosas, y halló en sus brazos una caja con formas de mujer en lugar del cuerpo de su compañera. Con ella cantó durante toda su vida el recuerdo de su amada: por eso ella servirá siempre para acompañar penas y sentimientos...
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1 comentario:
...como puede llamarse Soleá ? ...tan melancólico y triste...
Muchas gracias guapa, nos encanta Manolo Sanlucar... y su guitarra: incomparable! bueno el maestro Paco de Lucía. Olé! y Olé!
Bessotess
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